TUS AMIGOS.
¡Pero…Carajo¡
¡Mira donde te vengo a encontrar¡ ¡No lo
puede creer¡ ¡Tenia tantas ganas de verte¡… Cuando leí tu nombre en la puerta pensé...
¿será el negro? Y sí... sos vos. ¡Pero la puta madre, será cosa de Dios! El
otro día me encontré con Ramón, el correntino, está igual el loco, un poco más
gordo, cuando me vio pego un sapucai que hizo temblar la tierra. Nos reímos
mucho acordándonos de todos los muchachos del taller y las macanas que hicimos
en ese bendito trabajo. Nos acordamos de Sotelo, y de lo mal arriado que era, no por nada Benigno lo bautizó como el redomón ¿Te acordas el día que llegó a la fábrica con los
cigarrillos negros y las botellas que
había sacado de una macumba armada en la esquina del potrero? No lo podíamos creer, pero, cuando
salimos con los muchachos pasamos por la
esquina y era verdad, había una gallina muerta, unas velas rojas consumidas,
algo de arroz y maíz, algunas cintas y cadenillas de fantasías, todo
desparramado, pero, faltaban las botellas y los cigarros. ¿A quién se le podía ocurrir agarrar esas
cosas? Sin embargo el redomón, no solo las agarró, sino que entró con las
botellas y el cigarro encendido lo más pancho .Él era así, no le importaba nada
de nada, no creía en esas cosas y hacía lo que le venía en ganas. Me acuerdo
que ese mismo día fue el cumpleaños del
indio ¡Qué personaje el indio! no hablaba nunca ¿te acordas? parecía una
estatua pegada a la silla del laburo, hacía su trabajo pero sin fatigarse.
Recuerdo cuando lo agarraron entre todos y lo cagaron a palos por el
cumpleaños, quedó tirado al costado de la mesa, vos le reventaste una naranja
en la cabeza. El indio, se moría de risa y yo, que era el jefe tenía que hacer
la vista gorda, porque sabía que ese tipo de situaciones unían mucho al grupo,
sino los tenía que rajar a todos. Me sorprendió cuando me invitó al cumpleaños,
no era habitual que un operario me invitara a su casa y mucho menos a una
fiesta, pero me pareció tan sincera la invitación que acepté con gusto. ¿Te
acordas? Vos también fuiste. Al indio siempre lo cargaban con la señora,
decidan que la chaqueña lo tenía cortito, pero ese día no me pareció que fuera
tan así. Lo que vos no sabes es que ese día, fui a casa, me bañé y a eso de las ocho tomé el colectivo para ir a
lo del indio. Como no conocía la casa quería llegar antes de que
anocheciera. Caminé desde la ruta a la casa, recordé que él iba en bicicleta
todos los días al trabajo, no podía estar tan lejos. Cuando llegué, me llamó la
atención el lugar donde vivía. Un pasillo largo, un alambrado que llegaba hasta
el fondo. La puerta de tejido con un marco de caños redondos. La chapa enlozada
con sus números descascarados colgaba de un tirante de quebracho. Me detuve en la puerta, miré a lo largo del
pasillo, varias puertas de madera se recortaban entre las chapas de distintos
colores, tamaños y formas, un alero, un
felpudo o una maceta personalizaban las entradas. ¿Cuál sería la del indio? Al
golpear las manos, la cortina de la
primer ventana se corrió bruscamente, una mujer mayor, con un pañuelo anudado
en la cabeza me miró con un solo ojo hundido
en un mar de arrugas, una venda blanca le surcaba la cara en diagonal tapándole
el ojo derecho. ¡Vos, seguro te acordarías de la vieja!
-¿A quién
busca?- Preguntó de mal modo
-¿El señor
Aníbal vive aquí?- Respondí
- ¿El
indio?... Al fondo, la última pieza de la izquierda- Refunfuño antes de dejar
caer la cortina. La puerta de tejido
arrastraba en la tierra, los perros me ladraron a lo largo de todo el pasillo.
Cuando llegué al patiecito del fondo el indio estaba inmutable, parado sobre
una silla extendiendo el alargue con las tres lamparitas sobre la soga de
colgar la ropa. En el otro extremo estaba la chaqueña, con el enchufe en la
mano atenta a la señal del indio. Las mesas cubiertas con hule, las sillas
todas distintas y algún que otro banquito
se alineaban debajo de la tira de lámparas. En el fondo, contra el alambrado Petronilo
avivaba el fuego, usaba un elástico de cama como parrilla para asar
los pollos. Al verme llegar, dejó de atizar el fuego y levantó la mirada.
_Llegó el
jefe- gritó, mostrando su sonrisa de prótesis amarilla. Rubio, flaco y con esos
ojos azules que parecían explotar en su
huesuda cara. El fuego lo había arrebatado y la transpiración le corría por las
mejillas hasta llegar al pañuelo anudado al pescuezo. Me acuerdo, que vos
estabas jugando al truco con el redomón, el sapo y el negro Quinteros. Pobre
negro, le amputaron un pierna. ¿Sabías que le tuvieron que amputar una pierna
por el tema de la diabetes? Bueno, ahora está mejor, pero se tiene que cuidar
mucho. En ese momento llegó el Negro Monjes, justo detrás de mí, así que cuando
Aníbal bajó de la silla nos vino a recibir a los dos. Pensar que el hijo del
negro Monjes ahora trabaja conmigo, hace
el reparto de la florería, pero hoy no
vino, está de franco. ¿Te acordas que cuando se hizo de noche y encendieron la
tira de luces se armó el revuelo? La
vieja tuerta vino endemoniada para el fondo pidiendo que apaguemos la luz. El
indio le salió al cruce y sin perder la calma le dijo que le iba a pagar la
diferencia, pero la mujer no entraba en
razones, hasta que empezaron a discutir cada vez más fuerte. Todo terminó con
un certero bastonazo en la cabeza del indio, la vieja se metió en la pieza y
sacó los tapones, dejando a todos los inquilinos sin luz. Nunca me voy a
olvidar la cara del indio, la chaqueña se la quería comer cruda a la vieja y los otros inquilinos que no tenían nada que
ver, no sabían a quién putear. Todos gritaban en la puerta de la vieja, pero no
hubo caso. Ella era la dueña de la pensión y la caja con los tapones estaba adentro de su pieza. Como única luz
teníamos el reflejo de las brasas y la
claridad de las llamas. Menos mal que a
Petronilo se le ocurrió ofrecer su casa, que estaba a pocas cuadras ¿Te acordas que tuvimos que cruzar el
potrero con los pollos arriba del elástico y las brasas en un fuenton de
chapa? Al llegar a la casa, la familia
de Petronilo no entendía nada de lo que
pasaba. Los pollos a medio hacer, un tacho con brasas humeantes, media bolsa de
carbón, un par de damajuanas abiertas, sillas, mesas, banquitos, un cable con
tres lamparillas, la botella de Doble V
y los vasos en una palangana de plástico. Parecíamos una fila de
hormigas cruzando el campito. A mí me toco acarrear con las sillas, como iba atrás del fuenton, el olor a humo me
impregnó la ropa para toda la noche.
_ ¿Te
acordas de la prima de Petro?_ La conocí esa noche, que hermosa mujer, nunca la
voy a olvidar. Cuando la vi. Por primera vez, morí de amor, me llamó la
atención las piernas torneadas que tenía. Pese a que tenía dos hijos, su físico se mantenía perfecto. Me acuerdo que estaba con un
vestido de algodón, con flores
rojas muy chiquitas, una hilera de
botones al frente permitía ver la piel suave de sus piernas y las formas de sus
pechos. El pelo ensortijado, largo hasta la mitad de la espalda me cautivó. Me
sentí ridículo al llegar con las sillas, los pollos, el carbón y toda la
comitiva, pero con la primer mirada de sus ojos pardos me derretí.
Ustedes se
instalaron enseguida, y después de discutir por los porotos del truco,
siguieron como si nada hubiera pasado. Envido, Real Envido, truco, quiero
retruco, era lo único que se escuchaba. Petro armó el fuego por segunda vez,
los pollos sobre el elástico comenzaron a rechinar nuevamente. La chaqueña me
pidió que la acompañara a buscar las
fuentes con las ensaladas, las botellas y los sifones. Faltaban manos para
traer todas las cosas. La prima de Petro vino con una linterna y su hijo más
chiquito de la mano. Los cuatro caminamos iluminados por la luna y la linterna,
cruzamos el potrero, el zanjón y llegamos a la casa del indio que seguía a
oscuras. Durante el camino, nos conocimos y reímos mucho con la situación. La
prima de Petronilo estaba recién
separada del marido y había venido de Entre Ríos a pasar unos días con
la familia. La vieja, se asomó por detrás de la cortina al escuchar el roce de
la puerta contra el piso, pero enseguida siguió hundida en la oscuridad. El tercer viaje lo hicimos solos con la prima
de Petronilo, la chaqueña nos prestó las llaves de la pieza y nos dijo dónde
encontrar la conservadora para el hielo, al cruzar el zanjón fue la primera vez
que le tomé la mano. Volvimos con los cubitos y con muchas ganas de besarnos.
Los pollos ya estaban asados, la mesa servida sobre los hules floreados, los
vasos desbordados de vino tinto brillaban debajo de la tira de luces.
Sapucai,
Chámame, Zambas y Chacareras, los Manseros Santiagueños y Transito Cocomarola no dejaban de alegrar la
noche, truco y retruco, envido y real
envido.
Hasta
recuerdo tu voz diciendo:
“Alambrado
de cuatro hilos
Poste de
Ñandubay
Molino marca
Guanaco
Y una flor
del Paraguay”
Tu risa, la
mirada cómplice de la prima de Petronilo, mi mano debajo de la mesa y el
vestido de algodón, y la piel desnuda de
la mujer de ojos de tigre.
¿Té acordas,
la chaqueña me saco a bailar chámame? Yo no sabía ni dar un solo paso, pero me
dejé llevar por la música y el vino. Con cada vuelta miraba a la prima de Petro
que no me perdía pisada. Cuando dejé de bailar ella ya no estaba en la mesa,
había llevado a dormir al nene, no verla por un rato me puso ansioso, la
buscaba con la mirada, pedí pasar al baño, después fui a la cocina con la
excusa de buscar escarbadientes, solo quería verla, sentirla cerca mío. La
fiesta siguió, las brasas perdieron su
brillo debajo del elástico, las fuentes con ensalada y restos de pollo se amontonaron
en la pileta de lavar los platos. El vino, la
ensalada de frutas y ella que no
volvía de la pieza. La Chaqueña salió de la cocina, me miró y antes de apoyar la olla con la ensalada de frutas en la mesa dejó deslizar
las llaves en mi mano.
- Anda a
buscar la torta que está en la heladera- Me dijo casi al descuido-
Apreté las
llaves en mi mano, tomé el ultimo sorbo que quedaba en mi vaso, esquivé los
bailarines que encorvados no paraban de gritar al compás del chámame.
En la
puerta, estaba la prima de Petronilo, con el cabello recogido su piel brillaba
con la luz de luna, sin decir una sola palabra la tome de la mano, antes de
llegar a mitad de cuadra nos paramos en un rincón oscuro para besarnos. Ella me
contuvo, me recordó que teníamos que ir a buscar la torta, seguimos caminando,
al llegar a la esquina escuchamos el griterío de “que los cumpla feliz...que
los cumple feliz”.
Tenía las
llaves en mi bolsillo, al llegar a la casa de Aníbal, no había ninguna torta en
la heladera que se descongelaba poco a poco, ella apagó la linterna y se acercó
a mis brazos, mis manos desabotonaron lentamente el vestido de algodón, besé su
cuello, liberé la cascada de cabellos
sobre sus hombros desnudos. Su piel se contrajo con las primeras caricias, sus
labios se ahogaron de placer con cada
beso, recorrí con mis labios la firmeza de sus pechos y su tímida desnudez. Su
delicada ropa interior se humedeció de
deseos.
Nos entregamos al amor desenfrenados, como si
nunca hubiéramos amado, las luces del lugar seguían apagadas y podíamos
adivinar los gritos del cumpleaños.
Después de
esa noche, nunca más la vi. No sé si vos te acordaras de ella, cuando volvimos
a la fiesta ya las velas no ardían, la botella de Doble V estaba llegando a su
fin. La caña, que al principio la iban a guardar para preparar con ruda el
primero de Agosto ya estaba destapada.
Ella se perdió en la habitación con los
chicos, yo me quedé comiendo un pedazo de chipá que me guardó la chaqueña.
El negro
Monjes, estaba borracho durmiendo la mona debajo de la escalera. ¿Te dije que
el hijo del Negro Monjes trabaja conmigo?
Hace el reparto de la florería, hoy no vino
porque está enfermo y me tocó a mí hacer el reparto, nunca pensé encontrarte
aquí y mucho menos traerte una corona
que diga “tus amigos”...tenía tantas ganas verte y de hablar con vos… y ahora
que te encuentro se me anuda la garganta y no puedo dejar de llorar ¡la puta
madre…mira, donde te vengo a encontrar!
________________________________________________________MAHUDA
Wow .... Me encantó Hugo.. qué poder descriptivo!
ResponderEliminarGRACIAS NAN. UN BESO PARA VOS Y ALE
EliminarGRACIAS NAN. UN BESO PARA VOS Y ALE
Eliminaramo este cuento lo leo y lo vuelo a leer y no solo lo leo siempre lo veo y al final es innevitable que me brote una lagrima que no termina de salir pero ahi esta! Te amo
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